«Estoy harto de esta vida» me dijo mientras su mirada se dirigía al piso , me dejó sin palabras y lo único que pude hacer fue poner mi mano sobre su hombro, inmediatamente las lágrimas llenaron sus ojos y pude sentir su esfuerzo por no quebrarse pero fue inevitable, lloró por unos minutos y mientras le alcanzaba un pañuelo dijo: «Gracias, por esto», aunque quería dar palabras que animaran no pude decir nada, solo sonreí y pude ver como en mi compañía encontró consuelo. Realmente aquella mañana no dije nada que pareciera valioso, no salieron de mi boca palabras llenas de sabiduría, solo callé, abracé y acompañé. También me he sentido así, he tenido días en los que solo quiero sentirme comprendido, escuchado, querido. La Biblia nos invita con las siguientes palabras «Si alguno está alegre, alégrense con él; si alguno está triste, acompáñenlo en su tristeza» (Romanos 12:15 TLA), pero por alguna extraña razón las personas siempre tenemos la manía de hablar antes de escuchar, creemos que