Crecimos escuchando que “no somos tan nacionalistas como otros”, “que no apoyamos lo nuestro”. Esa es la más grande mentira que hemos creído y de tal manera que la adoptamos como parte de nuestra cultura y dejamos de apoyarnos, de creer y de ver el potencial de nuestro prójimo y el propio.
Hicimos nuestras las banderas de otros países y no nos damos cuenta que consumimos lo que no es nuestro y acrecentamos en nuestra sociedad una gran mentira que nos dice: “lo hecho en esta tierra no es bueno”.
Comprendamos de una vez por todas, es momento de sacarnos esa mentira de las venas, de la mente, de la cultura, Guatemala si ha dado hijos tan capaces y tan talentosos, como cualquier otra nación sobre la faz de la tierra.
Si podemos competir en los deportes, sabemos dar aportes a la tecnología, somos capaces de dar artistas que pisen los mejores escenarios mundiales. Somos capaces de unirnos y levantarnos; darle juntos un giro a la historia y buscar el bien común. Dejemos de atacarnos y señalarnos los unos a los otros; juntos ataquemos los grandes males que oprimen a la sociedad. Somos capaces de dejar la indiferencia por un lado y tender la mano a nuestro hermano, podemos dejar de quejarnos y empezar a cumplir la labor que nos corresponde, podemos hacerlo, los guatemaltecos somos capaces de eso y más.
Muchas veces nos ha unido el esfuerzo de un héroe anónimo, quien a pesar de las circunstancia y falta de apoyo (mismas circunstancias que la gran mayoría de chapines debemos afrontar cada día) pudo salir adelante y hacer historia, de la misma manera que lo han hecho muchos otros hombres, eso significa que si podemos hacerlo.
Yo creo en Guatemala, creo en su gente… Una tierra bella y bendecida por Dios. Sé que pronto despertaremos de este letargo y empezaremos a ser la nación que debemos ser, celebrando muchas medallas, muchas clasificaciones a mundiales, los premios a la paz, literatura, las artes y las ciencias. Que la violencia y la barbarie cesarán, porque hemos sido capaces de quitar la venda de los ojos y hemos empezado a creer en nuestro potencial.
Entonces haremos del amor y el perdón nuestros mejores aliados, la envidia, el racismo y la corrupción no tendrán más cabida, porque en nuestra mentalidad no existirá la idea de traicionar a la patria que nos vio nacer. La religión no será más una causa de problemas y división, por el contrario el único y verdadero Dios será el motor, nuestra convicción y nuestro estilo de vida será el mejor ejemplo para que con ello se rompan todas las cadenas religiosas.
Creo en Guatemala, creo en su gente porque somos apasionados, somos capaces de derramar las lágrimas al ver triunfar a un compatriota en el extranjero, porque sentimos la piel de gallina y somos capaces de interrumpir nuestro sueño y elevar oraciones por alguien que no conocemos pero es nuestro hermano, nacido en la misma tierra del Quetzal. Por eso creo en los guatemaltecos, porque cuando escuchamos el Himno Nacional lo cantamos a todo pulmón, y declaramos con orgullo que es el más bello del mundo.
Es momento de cambiar la historia y demostrar que Guatemala es una tierra bendita, en donde nacen campeones que día a día trabajan para llevar el sustento a sus hogares. Los verdaderos chapines no nos vendemos, siempre hacemos lo correcto en beneficio de esta bella tierra, no somos egoístas, primero es nuestra nación, nuestro prójimo y luego nuestra voluntad. Ojalá nuestra vida de testimonio de ello.
Dios nos bendiga y juntos digamos ¡Que viva Guatemala!
Autor Julio López Carranza.
Derechos reservados
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