Hace tres meses vivimos unas de las crisis más grandes que nos ha tocado experimentar como familia. El nacimiento de Gabriel vino acompañado de una semana de incertidumbre, ya que su salud se vio amenazada. Lloramos, oramos con todo, por momentos un fuerte temor se apoderaba de mi corazón, tuve dudas, pero en medio de toda esta crisis, una ola de amor nos abrazó. Oraciones que nos fortalecieron de una manera milagrosa. Hermanos en la fe, amigos y familiares se acercaron y nos recordaron que no estábamos solos y debo confesar que se sintió muy bien. La iglesia tiene en sus manos un antídoto transformador, no sé si logramos dimensionar el poder que está a nuestro alcance, no como algo que nosotros inventamos, sino como algo que el maestro puso a nuestra disposición para expandir Su Reino de manera estratégica, pero creo que aún no lo comprendemos con claridad. Nuestra meta es cambiar el mundo y pensamos que tenemos que ser más intelectuales o más agresivos en compartir el mensaje, más c
Alejandro salía casi todas las tardes a jugar en el patio trasero de su casa, su padre había sembrado años atrás un limonar y la grama verde vestía aquel pequeño espacio que servía como área de entrenamiento para que el pequeño niño de 7 años pudiera patear su balón de fútbol. Después de jugar un poco se sentó sobre el césped y veía con detenimiento la parte superior del muro colindante, era esa pared que dividía su casa de las otras propiedades ¿pero por qué lo veía con detenimiento? Simplemente le llamaba la atención que sobre el muro, en un alambre espigado de protección se veía un pequeño letrero que decía: “¡Peligro!” y figuraba una calavera, este letrero advertía el alto voltaje que protegía la vivienda. Veía el letrero y movía la cabeza diciendo “no” , luego observaba el piso como reflexionando y repetía el ejercicio, su mamá lo miraba desde la cocina y cuando tuvo la oportunidad de preguntar, le dijo: “Alejandrito, porque veías el muro y decías que no” , el niño puso cara de s