Dos caras:


En la sociedad existe una enfermedad de la que ninguna persona se libra, no importa el credo, situación socio económica o edad, todos en algún momento hemos sido portadores del virus.

Este virus tiene el poder de fomentar la división entre las personas, haciendo crecer terriblemente el ego de otras, las redes sociales vinieron a incrementar la propagación de este mal, de momento no se conoce ningún antídoto científico…  hablo de la doble moral.

De manera sencilla podemos decir que la “doble moral” es: 
La hipocresía disfrazada de valores y costumbres




A los que frecuentamos una congregación o templo en algún momento nos han tildado de hipócritas, pero vale la pena volver a mencionar que la doble moral aunque también se encuentra dentro de las organizaciones religiosas va más allá de las puertas del templo.

Damos doble discurso y la coherencia muchas veces no es parte de nuestro caminar diario. Está el amigo que todos los domingos va al templo, da su diezmo pero le es infiel a su esposa. Está el que publica contenido religioso en sus redes, pero en su intimidad es adicto a la pornografía. Está el que critica que los cristianos diezmamos, pero se gasta su dinero en licor o prostitutas y no lleva el gasto a su casa para suplir lo necesario. Esta también el que critica a los líderes religiosos por sus conflictos familiares, mientras él con su accionar está provocando la ruptura de su matrimonio. Está el que se indigna ante la corrupción, pero ingresa al transporte público sin pagar su pasaje. Señalamos al que no nos da la vía, pero no somos capaces de cederle la vía a alguien. Está el supuesto amigo que saluda de beso, pero a la espalda del otro le critica sin piedad. Criticamos, señalamos, juzgamos, nos hacemos sabios, sin antes vernos al espejo y evaluar nuestra vida.

No estoy señalando a alguien en particular, me pasa a mí, te pasa a ti y le pasa a la gran mayoría de personas, todos los días lucho con el YO que ve la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en su propio ojo. Ese estilo de vida de querer arreglar la vida de otros teniendo la propia en un caos, es la que ha hecho de nuestro país una nación dividida. Pasa en el trabajo, en casa, en la iglesia, dejemos de acusar, señalar, criticar y crear heridas. 

No hemos venido acá para mandar al infierno a alguien, estamos en este lugar porque nos enviaron a ser luz, a ser sal, a compartir amor aun a los que son nuestros enemigos, a los que hablen cualquier cosa en contra nuestra. Exijamos nuestros derechos, pero sobre todo cumplamos con nuestras obligaciones y más si somos los que proclamamos el perdón y el infinito amor redentor de Dios.

Acabemos con el Virus, seamos honestos, seamos sinceros, seamos íntegros.


Artículo de: Julio López Carranza. Derechos Reservados

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