La madre paseaba junto a su pequeño hijo de tres años en el centro comercial, una señorita se acercó y preguntó ¿les gustaría entrar a nuestra área navideña y que el pequeño le escriba una carta a Santa? la madre al principio hizo gesto de que no le interesaba, pero al ver la cara del infante, decidió aceptar además era una buena oportunidad para avivar el fervor de fin de año, por lo que accedió a la invitación.
Su pequeño hijo aun no sabía escribir y su carta se limitó a unos dibujos y unos garabatos, la madre con un corazón enternecido tomó la hoja y escribió: “Querido Santa, tú que entiendes todos los idiomas comprenderás lo que mi pequeño quiso decirte con estas líneas” y firmó, atentamente la mamá de Andrés.
Mientras escribía sus ojos se llenaron de lágrimas y sonrisas, al terminar se puso de pie tomó al pequeño Andresito y llevaron su carta hasta la persona vestida de rojo, de figura regordeta y larga barba blanca.
Yo era aquel que se encontraba metido en el traje fingiendo ser un personaje que llena de fantasía a los niños, pero la verdad es que la única fantasía en el lugar era yo y este trabajo que se convirtió en la única manera de llevar dinero a casa, tenía ya algunos meses desempleado.
Las palabras de la madre tocaron mi corazón y al ver las líneas dibujadas por el niño, pensé: “Como quisiera saber que hay en sus corazones para poder hacer algo por ellos, pero no sé quienes son y cómo ayudar a alguien más cuando mi situación quizás es la más complicada de todas?”.
Las palabras de la madre tocaron mi corazón y al ver las líneas dibujadas por el niño, pensé: “Como quisiera saber que hay en sus corazones para poder hacer algo por ellos, pero no sé quienes son y cómo ayudar a alguien más cuando mi situación quizás es la más complicada de todas?”.
Me senté de nuevo en la butaca, atendiendo a todos los niños que llegaron, recibí muchas cartas ese día, leerlas todas era imposible, todos esos sueños, deseos del corazón de tanto niño, terminarían en el cesto de la basura, sin nadie que pueda hacer algo por ellos.
Tus oraciones, tus angustias, tus sueños, tus necesidades y tu agradecimiento no tienen porque terminar en un lugar donde nadie responderá, quizás no existe el hombre famoso del polo norte, pero existe tu Padre Dios creador de todo, Él entiende todos los idiomas del mundo, entiende cuando no sabes que decir y tus palabras son pocas, entiende esas líneas que parecen no decir nada, pero que para ti son todo.
Ocupa hoy unos minutos, abre tu corazón, abre hoy tu boca y cuéntaselo a Dios. No necesitas escribir una carta, puedes hablar directamente con Él.
"No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús" Filipenses 4:6-7.
Escrito por Julio López Carranza
Derechos Reservados.
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