Los veía a los ojos, quería mostrar mucha honestidad y transparencia ante sus visitantes, por ello acompañó su serio rostro con las siguientes palabras: «Ese lugar no les conviene, allí tratan mal a las personas; por eso nosotros mejor nos fuimos a otro sitio, allí si saben como tratarnos».
Esta persona recién abandonó una congregación, salió herido, molesto y debía descargar toda su frustración hablando mal de la iglesia que durante muchos años lo acogió, no digo que la congregación no tenga alguna responsabilidad porque perfecta no era, pero quiero decir que quizás olvidó mencionar que se va porque robó y estafó a algunos "hermanos", ante esa situación decidió hacerse víctima y culpar a otros, así disfrazar la responsabilidad de sus hechos y desviar la atención hacia otro lugar, aunque su corazón siga contaminado y enfermo.
Siempre he sido una persona bastante estable en permanencia, he tenido unos cuantos trabajos a lo largo de mi vida, en alguno hice limpieza, realicé mandados, en otro trabajo viaje por toda Guatemala durante años, luego estuve atendiendo una farmacia y llevando controles de inventario, trabajé en una fundación de ayuda a personas en extrema pobreza, estuve en una emisora 'ad honorem' y en otra durante casi una década haciendo radio, los lugares no han sido perfectos, he visto de todo, pero estuve en ellos hasta que Dios lo permitió y vi propósito en cada una de las oportunidades.
Todas las organizaciones fueran fuente de provisión de recursos, para seguir estudiando y aprender responsabilidad, otras me permitieron desarrollo de carrera. Soporté lo que vino porque yo lo quería o bien porque no tenía otra puerta abierta, pero todos los lugares sumaron algo y estuve allí voluntariamente. He tenido buenos y malos jefes, buenos y malos patronos, pero todos en su momento fueron usados por Dios para hacerme crecer, proveer, bendecirme, ayudarme a madurar, entender los tiempos del Señor y ver su mano de cuidado.
Por otro lado he tenido la oportunidad de visitar y servir en decenas de iglesias por toda Guatemala a través de la predicación y compartir talleres y conferencias, pero a pesar de ello tengo 26 años de servir en la misma congregación. Es la iglesia en donde conocí al Señor ¿por qué sigo allí? porque el Señor aún me quiere allí y porque tengo trabajo por hacer en beneficio del Reino y el Señor me sigue formando en este lugar.
Mi corazón, servicio, liderazgo todo está enfocado en darme, esencialmente en este lugar, no tengo tiempo para sentarme a criticar, si he de ver los defectos es para proponer que trabajemos para mejorar y crecer. Si un día el Señor me mueve de esta comunidad de fe, mi gratitud permanecerá, porque fue en este lugar en donde tuve el privilegio de encontrarme con el Dios de mi salvación.
Una reciente investigación de los psicólogos Emmons y McCollough, llega a estas conclusiones «El secreto está en ser capaces de dar las gracias sin que ocurran hechos extraordinarios. Así se consigue estar más contentos sean cuales sean las circunstancias de nuestras vidas. Hay dos clases de gratitud: la condicional y la incondicional. La primera consiste en sentirse bien cuando las cosas salen como uno espera. Como no siempre es así, acaba siendo una emoción esquiva y poco duradera. La segunda consiste en una actitud y un hábito de vida, sentirse bien sin que haya ocurrido nada extraordinario; es decir: estar agradecido por todo y por nada a la vez. Esta actitud es la precursora de la felicidad y el éxito personal en la vida.»
Vivamos con gratitud, bendigamos a quienes han ocupado su tiempo para bendecirnos, pero también oremos por aquellos que han tomado tiempo para hacer nuestra estadía más complicada, no dejemos que nuestros corazones se contaminen y enfermen, seamos agradecidos con Dios y con las personas e instituciones que nos han hecho mejores personas y recordemos que el Señor es quien hace justicia, pongamos todo en sus manos.
«No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús» Filipenses 4:6-7.
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