Abrí los ojos aquella mañana y el despertador no sonó, de inmediato vi el teléfono ¿qué hora es? ¿Por qué no ha sonado? y ¡bingo! el teléfono estaba 0% de batería ¿Pero, cómo era posible eso sí estuvo conectado toda la noche? La verdad es que no me percaté de que conecté incorrectamente el móvil y aunque estuvo con el cable puesto toda la noche, la carga nunca llegó. La vida cristiana es igual, no funciona si no me conecto. No basta con ir al templo, no basta con tener privilegio, si no hay un compromiso de corazón, si la integridad y la santidad no se han convertido en una prioridad, si la Biblia no se ha vuelto mi guía diaria, quizás solamente estoy como aquel teléfono, con un cable medio puesto pero sin acceso verdadero a la fuente de poder. De nada sirve el teléfono sin electricidad, no merece llamarse teléfono porque sin energía será solamente un juguete, no sirve para nada más que para hacer cuña a aquella mesa dispareja y la persona que vive un cristianismo li