De su mano caía el maicillo, las palomas se amontonaban sobre el suelo para probar el banquete que doña Nina les compartía, hasta parece que la reconocen y la esperan cada día porque en punto de las 3 de la tarde ella pasa frente a la catedral para darles el bendito grano que las alimenta.
Doña Nina tiene 83 años, su pequeña figura encorvada y harapos que la acompañan la hacen pasar desapercibida para la mayoría de personas, pero aunque le duele la pierna, un día le duele una, el otro día le duele la otra, todos los días hace el mismo recorrido. Sale de esa cobachita que llama hogar, tiene 3 meses de no tener energía eléctrica, pero eso no impide que todos los días a las 3 de la mañana se le escuche orar en voz alta, pide por todos aún por los políticos que el resto maldice. Ella vive sola, sus hijos la visitan sólo para su cumpleaños y cuándo habla de ellos perdidamente recuerda sus nombres, ella cuenta que uno de ellos es médico y que lo sacó adelante lavando ajeno, a veces llora cuándo lo cuenta. Ella nunca subió algo en redes sociales, pero todas las tardes se sienta frente a su casa y comparte con unos indigentes unas tortillas con frijol, no son muchas pero los muchachos sonríen al sentir el calor de los discos hechos de masa y hacen reír a la ancianita. El miércoles se los lleva a la iglesia, casi nunca falta, sólo la otra vez que estuvo muy enferma y no podía ni pararse, seguramente su ausencia fue notoria cada día. Sin duda el día que la viejita se vaya de este mundo a muchos les hará falta, aunque el resto de la sociedad no le presta importancia ella es la portadora de buenas noticias para muchos y de su escasez comparte alegría y da vida al corazón solitario, nunca se le ha escuchado maldecir por lo poco que tiene, «Siempre hay que dar gracias a Papá» dice ella levantando sus manos al cielo, al Dios que no se le hace desconocido. Todas las mañanas sube con esfuerzo las 33 gradas que la separan de su casa a la calle principal, nunca camina sola, un escuadrón de perros la acompaña, muchos se apartan por temor pero es notorio que los perros están con el amo que nunca tuvieron, sus colas demuestran su alegría, parece que les hace olvidar las pedradas que los patojos les lanzan para que se aparten del camino. Pueda que falte la energía eléctrica en nuestra casa pero que nunca falte la luz de Dios en nuestro corazón; puede que no tengamos grandes banquetes en nuestra mesa, pero que teniendo lo necesario seamos capaces de compartir un poco con el que tiene menos; posiblemente nos falten las personas cercanas que nos hagan sentir amadas, pero que el amor de Dios siempre sea visible en nuestra forma de conducirnos por la vida. Vivamos agradecidos por cada día, por cada oportunidad, porque hoy nosotros teniendo mucho o poco podemos cambiar el día de alguien más. Es común ver a miles de personas maldecir cada mañana por el tráfico, porque cada vez tienen que despertar más temprano. No se dan cuenta de que despertaron, de que tienen un día más para avanzar, para amar y perdonar. Todo los días vemos a personas caminar por las calles indiferentes de lo que acontece en su entorno, al final «no es su problema y cada quién está como quiere» piensan. y se pierden la bendición de compartir una sonrisa y de recibir calor a su corazón a través de compartir amistad, por cumplir con algo que ha sido delegado «amar a su prójimo». «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» Colosenses 3:17
Autor
Julio López Carranza
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3 Comentarios
Hermosa enseñanza :D
ResponderBorrarque bello , me toca el corazón hasta sneti que mi vista se distorsioaba como es posible que las personas se ollviden así de sus padres pero así es el humano a mi madre y padre abanadonaron pero a pesar de sus pruebas Dios es cierto nos da su amor!
ResponderBorrarBienaventuranzas, y nunca están solos, Dios siempre estará para ellos.
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