Éramos un grupo de adolescentes con un factor en común ¡Casi todos! veníamos de familias desintegradas. Recuerdo esa etapa de mi vida con mucho afecto, porque mis amigos se volvieron parte de mi familia y compartir con ellos fue esencial para permanecer dentro de la congregación, sin ellos, perseverar en la fe hubiera sido más difícil.
Hay tantas historias y vivencias que alimentaron mi corazón y ahora siguen poniendo una sonrisa en mi rostro, con recuerdos que vienen a mi mente. Aunque los años han pasado sigo necesitando de las relaciones de amistad, ahora me veo rodeado de un nuevo grupo de personas y la mayoría de ellas siguen estando relacionadas al contexto de iglesia.
La iglesia es un adecuado lugar en donde deberíamos fomentar las relaciones humanas y las conexiones de amistad, en donde podamos conversar, reír, comer, orar y servir en comunidad. La iglesia tiene el potencial, no es perfecta porque está conformada por personas imperfectas, pero tiene la capacidad de reunir personas con factores comunes, entre ellos el deseo de ser mejores para el Señor.
Por supuesto que en estas comunidades de fe hay diferencias, no siempre lograremos estar de acuerdo, pero eso no significa que no tengamos la capacidad de amarnos a pesar de nuestras diferencias. Esto solo es posible con el amor del Señor.
Estamos en una etapa de la historia en donde las personas están muy solitarias y con un gran necesidad de relacionarse con otras personas, niños, jóvenes, hombres, mujeres, todos lo necesitamos. Hoy más que nunca al ser humano le cuesta conversar con otras personas cara a cara, pero está más que demostrado que nacimos para esa interacción y tenemos la capacidad de aprender y adaptarnos, es nuestra naturaleza.
¿Tienes hoy un grupo de amigos dentro de tu iglesia? Con amigos me refiero a personas que te aman con tus virtudes y defectos, con ellos no necesitas aparentar. Son esas personas que pueden enseñarte, escucharte y hasta corregirte, todo porque quieren cuidar tu corazón y tú harías lo mismo por ellas.
Alguien dijo: “Para ser abrazado tienes que abrazar. Recibirás tantos abrazos, como abrazos des.”
De la primera iglesia, la biblia narra: Todos los creyentes estaban unidos de corazón y en espíritu. — (Hechos 4:32 NTV).
Tenían todo en común, existía un vínculo más allá de reuniones semanales y jerarquías religiosas.
Para ser abrazado tienes que abrazar.
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Con cariño en Cristo,
Julio Calo
@elblogdejulio
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