Hay días en los que te despiertas pero no quieres levantarte, no porque no
te guste vivir sino porque las circunstancias de tu vida en este momento no son
muy alentadoras.
Hay días en los que nada es suficiente y te sientes tan sediento de ir más allá. Sólo respiras profundo intentando llenar los pulmones de esperanza, esto a pesar de sentir una extraña presión en el pecho que impide que puedas respirar.
He intentado ser mejor en todo pero no siempre me siento el mejor conmigo
mismo; muchas veces me he esforzado por ser el mejor hijo de Dios y a pesar de
ello le sigo fallando; quiero ser mejor en mi profesión y cada día lo intento
pero siempre hay algo más que aprender; Quiero sacar mejores calificaciones
pero hay días en las que estoy exhausto y en mi cabeza no cabe una letra más;
Quiero servir más en mi congregación pero llevo un ritmo de vida que no estira;
anhelo poder ayudar a todo mundo, pero me doy cuenta de que no todo el mundo
quiere dejarse ayudar; Necesito ser el papá perfecto para que mi hija aprenda
de mí, pero mis errores son tantos; ser el mejor esposo de todos es mi meta,
pero escribirlo es mucho más fácil que lograrlo.
Entiendo que muchas veces toca llorar a solas, porque todos tienen altas
expectativas de ti y de lo que vives y nos gastamos la vida tratando de impresionar
a todos con nuestra “mejor versión”,
comprendo si muchas veces has querido tirar la toalla y dar marcha atrás porque
parece que tu destino es “darte contra la
pared”, “nada sale bien”, “nada sale como quiero”, “nadie me entiende”, “nadie me ama”, “es momento de que la historia termine aquí”, “no vale la pena vivir”.
No lo hagas, no te rindas. Si digo que te comprendo es porque muchas veces creí que todo había llegado a su fin, me he sentido insuficiente ante el reto que tengo que enfrentar todos los días, mis fuerzas son limitadas, mi cuerpo se cansa, mi corazón también ha sido lastimado. A lo largo de mi vida he tenido que saltar retos que han sido dolorosos y he llorado, he querido tirar todo y rendirme, también renegué, también me revelé, también he tenido escasez y en algún momento me sentí solo, rodeado de gente pero solo.
Esto aún me pasa, hay días difíciles pero entendí que todo lo vivido me ha
hecho más fuerte, por eso trato de mantener una actitud positiva y firme ante
las adversidades, no porque lo tenga todo bajo control o porque sea indiferente,
sino porque aprendí a descansar en Dios, ya intenté con mis fuerzas y no
vencí.
Cada día que no puedo más, corro a los brazos del Señor como aquel niño que
necesita el abrazo de Papá y le digo: “Papá
¿qué pasa? no entiendo, abrázame fuerte ya no puedo más”. Él es mi refugio,
mi esperanza, mi fuerza, mi motivación para levantarme un día más e intentarlo
de nuevo, porque su amor me restaura y me perdona.
¡No te rindas! esto aún no acaba, la historia no termina aquí, corre a los
brazos de tu Dios y descansa en Él, deja que limpie tus heridas. Vienen nuevos
días, nuevas batallas y tendrás que intentarlo otra vez, pero no solo, nunca
debimos pelear solos, porque Él siempre está esperando acompañarnos en todo.
8 Comentarios
Muy buena nota Julio`s!
ResponderBorrarFelicidades!! (Y)
Solo el abrazo de DIOS lo reanima mejor que esas bebidas energisantes.
ResponderBorrarExcelente Articulo Solo Dios Es Nuestro Refugio, Nuestra Esperanza Nuestra Fuerza 💪.
ResponderBorrarDios Es Amor
Me llego al corazón! Q Diost siga usando
ResponderBorrarMe encanto! Dios es mi paz, Gracias Julio... bendiciones siempre 😊😊
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarExcelente nota Julio, sos de bendición.
ResponderBorrarEspero leas mi comentario 🙌
ResponderBorrarHace días no leía algo de tu blog.
Pero hoy en mi trabajo precisamente empecé a leer, y no sabes lo mucho que me encantó, es cómo identificarse con tus palabras escritas en cada párrafo.
Bendigo tu vida Julio, que Dios te llene de sabiduría y te siga usando.❤
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu comentario.